
Me encanta llegar al puesto de los pollos y ver a tanta ave pululando por allí.
Bueno, pulular pulular, no pululan mucho porque están un poco muertos.
Recuerdo que en una ocasión me acompañaba mi hija, de cuatro años de entonces, y mirando fijamente el mostrador me preguntó a voz en grito: ¡mami, mami¡, ¿eso es un pollo-pollo o es un pollo muerto?
Me dejo de tonterías y voy al grano.
Esta receta me acompaña desde la infancia, mi madre la bordaba y es de las pocas en las que casi clavo el sabor.
Es una receta barata y que cunde mucho, a pesar de que los piñones están por las nubes, un puñadito si que nos podemos permitir, no?
Receta Madre:
Ingredientes: un pollo sin piel y en cuartos, media lata de tomate triturado, un pimiento, dos zanahorias, una lata de champiñón al natural, una hoja de laurel, sal, aceite de oliva virgen extra y el protagonista, el puñadito de piñones.
Volvemos a usar la olla a presión, con su fondito de aceite en donde rehogamos un poco el pollo para sellarlo. Añadimos a la vez los demás ingredientes, revolvemos un poco y cerramos la olla.
Estará a punto en 20-30 minutos, dependiendo de lo tierna que os guste el ave en cuestión.
El resultado es sorprendente.
Hay un ingrediente secreto: bolitas de pimienta. Las cuento antes de añadirlas (dependiendo del guiso, entre 5 y 8) y lo aviso a todos. Los niños se lo pasan pipa explorando y encontrando las dichosas bolitas.
Receta Hijo-truco:
Procuro que me sobre, es decir, hago más cantidad de la cuenta, la otra opción sería dejar medio muertos de hambre a los míos, y va a ser que no.
Las sobras las pongo a cocer añadiendo agua abundante, como para sopa, que es en lo que se va a convertir.
Cuando ha evaporado un poco, lo cuelo a otro recipiente y selecciono los "tropezones", deshueso los restos de pollo y los troceo, rescato todos los piñones que puedo y añado un huevo duro picado y arroz.
Queda una sopa casi más rica que la receta madre (la sopa es muy tímida y aún no hay fotos).
Ah¡ he descubierto que mis salsas de tomate no son nada fotogénicas¡