Cuando mis cachorrillos eran pequeños, me encantaba ir a recogerles a la puerta del cole.
La pregunta obligada, por su parte, era la universal " mami, ¿qué hay para comer?"
Si mi respuesta era, " ¡macarranos!" la alegría, las sonrisas y los saltitos estaban garantizados.
Que nostalgia!
Nada más simple que cocinar unos macarrones. A mi siempre me han gustado, pero no conozco a nadie que los consuma como yo, con mayonesa.
Pongo a cocer medio kilo de macarrones en agua hirviente y saladita hasta que estén tiernos, removiendo de vez en cuando para que no se peleen ;).
Para la salsa de tomate, utilizo una lata de tomate natural triturado a la que añado tres cucharadas de azúcar y una de sal, además de un diente de ajo picadito. Dejo que se haga durante un cuarto de hora, en una sartén tapada y con un fondo de aove.
La mayonesa no falla: dos huevos, medio litro de aceite de girasol, un diente de ajo, un poco de vinagre y sal al gusto, como una cucharadita. Lo pongo todo en el vaso de la batidora y voy ligando sin despegar la cuchilla del fondo del vaso. Cuando comienza a emulsionar, elevo despacio la batidora y listo.
Me sirvo los macarrones ya mezclados con la salsa de tomate y agrego la mayonesa, todo revuelto y para dentro!